martes, 17 de julio de 2012

Killer Joe

¿Qué es un thriller? Uno va al supermercado con la lista de la compra, se lava los dientes todos los días, se plancha las camisas los domingos por la tarde, envejece. Mañana por la tarde habrá cita con el médico para un examen de próstata. ¿Dónde está la emoción en el día a día? ¿Quién nos recuerda aquello que una vez fuimos, los jóvenes, los indestructibles, los salvajes? Hay, en las plantas de desguace, una cinta de Los Chunguitos sonando aún en el radio cassette de un Renault 5: "Dame veneno que quiero morir...". Eso es: veneno. ¿Qué es un thriller? ¿A quién hay que matar? De todas estas preguntas, la única que importa es la última, porque es la que pone nuestra curiosidad malsana en movimiento. ¿A quién no le alegra el día un cadáver colocado en el sitio indicado a la hora convenida? William Friedkin, que ya lleva sus años haciendo pelis, y que sabe que al espectador que quiere veneno hay que darle veneno, comienza su última película, Killer Joe, con el sonido de un mechero zippo al abrirse, un sonido que es igualito al de una guadaña cortando cabezas.  Y ya nos pica la curiosidad.  


Luego, claro, está el protagonista, Chris Smith (un buenísimo y refrescante Emile Hirsch), un granujilla de medio pelo con el agua al cuello que no tiene mejor idea para pagar sus deudas que matar a su propia madre, Adele, para cobrar así su seguro de vida. Cómplices del plan: Ansel, padre de Chris y ex-esposo de Adele; y Dottie (la nueva sensación Juno Temple), hermanita de Chris e hija de Adele. Brazo ejecutor: el killer Joe del título (Matthew McConaughey), un policía fascista, machista, pedófilo y, posiblemente, del Athletic. La familia y uno más, qué miedito.




Toda la primera parte de Killer Joe funciona como un thriller humorístico muy bien plantado, que podría hacer las delicias de cualquier fan de Tarantino o de los hermanos Coen. El toque machista del planteamiento resulta tan subversivo (matar a la madre, ¿cómo no se nos había ocurrido antes?), que uno queda seducido por la evidente actitud gamberra de la película. Todo parece ser una caricatura de la institución familiar. Sharla, la madrastra de Chris, recibe a éste sin bragas y con el pubis al aire (y eso que fuera está lloviendo); Chris y su padre no dudan en ofrecer Dottie a Joe como una especie de pagaré, ya que no tienen dinero para cubrir los honorarios del asesino; Sharla y Dottie hablan despreocupadamente de cómo aquella le pone los cuernos al padre de ésta. Los personajes son antipáticos, primitivos o con pocas luces. Y todo parece ir siempre a peor, es decir, a mejor para nosotros. Killer Joe esté basada en una obra de teatro de Tracy Letts, del cual Friedkin ya había adaptado Bug a la pantalla. En el caso de Killer Joe uno tiene donde elegir entre las distintas situaciones extremas que se nos narran bajo el techo de una caravana de redneck: el matricidio, el adulterio, la explotación infantil. Es como si Shakespeare hubiera crecido comiendo mazorcas de maíz y bebiendo Budweissers. 




Con un augurio tan suculento, uno sólo espera que Killer Joe vaya a más y a más, en un crescendo de violencia y mala baba no apto para cardíacos. Pero no, a mitad de la película se nos revela que el asesinato de Adele no es importante. De hecho la escena del asesinato no aparece siquiera en la película y uno sabe que Adele está muerta porque su supuesto fiambre aparece en el maletero del coche de Joe. Y a otra cosa, mariposa. A partir de ahí la película, que respiraba tan bien en su primera parte, se cierra sobre sí misma, creando una atmósfera confusa y opresiva que posiblemente no sea para gusto de todos. Parte de esto se deba a un protagonismo excesivo del carácter de Joe que, por muy bien que esté interpretado por McConaughey (frío, perturbador, impasible), a fin de cuentas, no deja de ser un psicópata asesino. Joe, que tras desvirgar e iniciar un romance con Dottie, pasa a ser un nuevo miembro de la familia, no duda en humillar y maltratar a sus componentes en una larguísima velada que parece no tener fin.  Por otra parte, el casi completo sometimiento del resto de los personajes al sadismo de Joe, deja sus historias (que es para todos la misma historia de codicia) sin una satisfactoria resolución. Hay una escena, que incluye el rostro salvajemente golpeado de Sharla y un muslo de pollo del KFC, que seguro pondrá el grito de las feministas en el cielo. Y, posiblemente, no sin razón. Porque es entonces, en ese final chungo de violencia y absurdo, cuando Killer Joe nos muestra su auténtica faz. No se trata de un thriller sino de un esperpento. Un esperpento noir sin anticlímax ni bicarbonato sódico para los ardores de estómago. 



3 comentarios:

  1. Esta película se viene a la saca de mi próximo lote de must see. Y es gracias a su post.
    Bueno y a que la dirige Friedkin.
    Si no me gusta volveré para añadir un poco de thrill, en forma de comentario despotricante, a su cibernética vida.

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  2. Bienvenidas sean las despotricaciones.

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  3. 'Killer Joe' es una peli de ambiente de lo más ominoso, también un pelín sórdida y cínica a paladas, de sabor de cine negro de los antiguos, un thriller con sus vueltas inesperadas, con gran ritmo, y personajes memorables. La escena del muslo de pollo es de las que no se olvidan. Matthew McConaughey, en su papel de sucio polícia reconvertido en asesino a sueldo, algo no muy sencillo de plasmar,da realmente miedo a pesar de lo exagerado del tono. El chaval está bien y el padre está espectacular en su palurdez. Me ha parecido que la peli ha pasado bastante desapercibida y no se lo merece. Un saludo!!!

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