viernes, 18 de febrero de 2011

Rabbit Hole

Hoy toca hablar de Rabbit Hole, la última película del director norteamericano John Cameron Mitchell. El título alude al comic book que está creando uno de los personajes de esta cinta, un tebeo que va sobre universos paralelos y sobre la posibilidad de que haya infinitas versiones de nosotros viviendo en este preciso instante infinitas situaciones diferentes. Y así, aunque uno de nuestros yos se encuentre en estos momentos escribiendo un blog o leyéndolo, existe otro yo que está comiéndose un helado en la playa, o examinándose del carnet de conducir, o de vacaciones en El Cairo, que también son ganas. Esta idea es cojonuda porque los personajes de esta película están realmente mal y necesitan algo más que un consuelo. Necesitan una revelación.
A grandes rasgos, la filmografía de JCM trata sobre la ausencia, o sobre la carencia, o sobre la abstinencia del amor. Es un inmenso agujero negro alrededor del cual giran sus personajes, buscando algo con que llenar ese vacío. Hedwig and the Angry Inch era un musical tragicómico y desenfrenado que narraba la vida de Hedwig, née Hansel, un homosexual alemán que accedía a una operación de cambio de sexo para poder casarse con su novio, un soldado americano emplazado en una base militar en el Berlín Oriental de los años 80. La película, basada en una obra del propio Mitchell estrenada en Broadway, estaba impregnada de ese dolor cósmico tan típico de las divas, con el personaje de Hedwig abandonado por su marido, llorando a golpe de glam rock por su miembro amputado y por sus sueños románticos hechos trizas. A esta película le siguió Shortbus, un divertimento sobre diferentes actitudes sexuales, que se desarrollaba principalmente en un club underground neoyorquino que daba titulo a la cinta. Sus personajes: una sexóloga que desconoce lo que era tener un orgasmo; una pareja gay en crisis buscando la solución a ésta en un tierno efebo; un voyeur; una dominatrix. Shortbus era al Nueva York post 11/09 lo que Cabaret al Berlín pre nazi pero sin el pathos histórico Y sin Liza Minelli.


Rabbit Hole puede ser considerada como la puesta de largo de JCM. Está basada en una obra ganadora del Pulitzer escrita por David Lindsay-Abaire y narra la crisis de un matrimonio tras la trágica muerte de su hijo. Si en las anteriores películas de JCM los signos de puntuación venían en forma de canciones o gemidos, Rabbit Hole está estructurada alrededor del silencio de sus personajes. Todos los matices de su tragedia (el dolor, el resentimiento, la incomunicación, la memoria, el desarraigo) son expresados por los actores con sensibilidad y gracia. Por supuesto Nicole Kidman es la que se está llevando las mayores alabanzas, nominación al Oscar incluida. Suyo es el mérito de que este proyecto se llevara a cabo, ya que su productora compró los derechos cinematográficos de la obra de Lindsay-Abaire cuando aún estaba en Broadway. Suyo es también el mérito de poner en pie el papel de Becka, esposa modelo, hermana, hija, pero ya no madre. ¡Qué sola aparece Nicole Kidman contemplando durante horas los dibujos de su hijo ausente expuestos en el frigorífico! ¡Qué terriblemente perdida mientras espía desde su coche la vida del adolescente que provocó la muerte de su hijo! Pero a mi parecer todos los actores merecerían un reconocimiento por su papel en esta película, Sandra Oh y la siempre generosa Dianne Wiest, pero muy especialmente Aaron Eckhart. Este actor no sólo interpreta con vulnerabilidad el papel de Howie, (marido, amigo, posible amante, pero ya no padre), sino que también le da la réplica perfecta a una de las actrices más mayestáticas de Hollywood. ¿Qué actor protagonista ha sido capaz de hacer lo mismo al trabajar junto a Nicole Kidman?  

JCM ha hecho una de las películas más sinceras y emotivas de la temporada. También una de las más catárticas y humorosas. Una película que nos habla de la pérdida y de qué es lo que sucede cuando ya no hay esperanza. Existen mundos paralelos con barbacoas y lentos atardeceres. Mundos con los que llenar el vacío. Toda aceptación es en sí misma el final de una búsqueda. Todo fin de una búsqueda conlleva una íntima victoria.   

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