sábado, 2 de julio de 2011

Senna

Estos son dos hechos factuales de la vida pública y privada de Ayrton Senna: mantuvo una relación sentimental con Xuxa; murió el 1 de Mayo de 1994 en un trágico accidente automovilístico. Y este es un hecho discutible: durante su vida profesional, Senna se convirtió en el número uno en el mundo del Fórmula 1. El hecho es discutible porque habría gente que lo negaría rotundamente. Alain Prost, por ejemplo. O Jean Marie Balestre, presidente francés de la FIA durante los años ochenta. Pero estas discrepancias son tan puntuales que, en vez de apagarlo, más bien se encargan de confirmar el mito: Ayrton Senna era tan bueno que tenía enemigos.

El cine necesita de personajes complejos e interesantes. En los callejones oscuros de Hollywood, el kilo de personaje está por las nubes, más caro que el bótox y con más demanda que la cocaína. Del carisma cinematográfico de Senna estaban más que convencidos por esos lares mucho antes de que este documental se llevara a cabo. La lista de directores que, antes o después, trapichearon con la idea de llevar la vida del piloto al cine, es como un estribillo conocido: Oliver Stone, Michael Mann, Walter Selles. Incluso se habló del interés de Antonio Banderas en interpretar el papel del piloto en un posible biopic.


Por suerte para todos, Asif Kapadia, director de Senna, se concentró en la realidad del personaje, haciendo un documental con los archivos audiovisuales (más de quince mil horas grabadas) que existen sobre el piloto. Esta decisión es una ventaja por dos motivos. Primero, nadie podría interpretar a Senna mejor que el propio Senna; su magnetismo, su presencia, su fiebre obsesiva y sus delirios místicos están ahí, sin adulteraciones, con la inmediatez y la cercanía de una cámara de televisión o de una grabación doméstica. Segundo, la historia de Senna no aparece magnificada, ni maquillada, ni maniqueada por esa predecible fórmula hollywoodense donde los buenos son héroes puros y los malos no saben vestirse bien. Y es que no hace falta. Porque esta historia ya tiene sus héroes puros y sus villanos demodé y, lo que es más excitante, respira verdad a 360 kilómetros por hora, que vienen a ser 4 metros por fotograma.



Kapadia ha dialogado con Senna utilizando el lenguaje que mejor conocía éste: el lenguaje de la velocidad. Pero la película resultante no sólo es trepidante y adrenérgica, sino también emotiva. No sólo porque recupera la imagen de un ídolo amado por millones de personas y muerto en trágica circunstancias, sino porque lo hace en un equilibrado tono de admiración contenida y respeto. Es casi la mirada de un amigo. Pero esta película contiene más que eso.
La carrera fulgurante de Ayrton Senna se desarrolló durante los años 80 y 90, cuando el mundo del Fórmula 1 estaba sufriendo cambios importantes dentro de su configuración. Según palabras del porpio Senna: "La Fórmula 1 es política y dinero". Las luchas intestinas, el poder mediático, el glamour aparecen perfectamente retratados en el documental. En el corazón del drama, se encuentra la rivalidad entre el piloto francés Alain Prost y el propio Senna, el campeón oficial y el joven advenedizo, rivalidad que es detallada en gran parte de la película, durante su etapa juntos en McLaren y después. Las intrigas alrededor de las competiciones entre ambos se pueden leer como parte de un thriller político perfectamente orquestado por la música de Antonio Pinto.       
Pero quizás el rival más grande de Senna fuera él mismo. No en vano, esta es la fascinante vida de un hombre obsesionado con ser el mejor, un hombre que, en sus mejores carreras, decía haber visto la cara de Dios flotando sobre el circuito.  
  
Hay un tono elegíaco del que se beneficia la película. No sólo por el tema del héroe muerto ni de un mundo de Fórmula 1 que hoy parece desaparecido, sino porque todo el metraje que aparece es analógico.  En última instancia, la película parece decirnos que nada dura para siempre, que después del aplauso y las caricias, Senna era un ser humano más. O como él mismo diría: "El hecho de creer en Dios o de tener fe en Dios no quiere decir que sea inmortal". Aún así, más de quince años después de su muerte, Ayrton Senna se reencarnó en celuloide para lograr, al menos, una victoria más: premio de la Audencia al mejor documental en el festival de Sundance 2011. Al igual que el personaje que retrata, Senna es una película inolvidable. 


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