viernes, 10 de agosto de 2012

Searching for Sugar Man

Ladies and gentlemen, con todos ustedes...¡Rodríguez!


A principios de los años 70, Rodríguez (un cruce entre Nick Drake y José Feliciano) lanzó dos discos de folk-rock donde, con una voz sentida y profunda, cantaba la realidad de un hijo de inmigrantes mejicanos en downtown Detroit: las drogas, los muertos de hambre, los amores funestos... La alegría de vivir, en suma. A pesar de sus bazas indiscutibles (canciones pegadizas, letras inteligentes, el carisma de un cantante con unas perennes gafas de sol) Cold fact y su sucesor, Coming from Reality no se vendieron precisamente como rosquillas. Ni siquiera como churros. Simplemente, no se vendieron en absoluto. Las razones de tan estrepitoso fracaso escapan a los productores de dichos álbumes, que consideran la corta carrera de Rodríguez como una de las injusticias más clamorosas del mundo de la música. Un mundo donde, sin salirnos del folk, encontramos a Donovan, quien durante una época fue poco más que la sombra resentida de Bob Dylan, o a Vashti Bunyan quien, tras la indiferencia con que se recibió el primer álbum, guardó un silencio musical que duró 30 años. hay un poco de todo, como en botica. Pero si las historias de los cantantes de música popular son como el cauce del Guadiana, la de Rodríguez fue de las más extrañamente subterráneas ¿Cómo es posible (se preguntan sus productores) que un joven tan sensible, tan especial, tan dotado para la música fuera tragado tan rápidamente en la noche de los tiempos? Esta pregunta flota pesadamente en el aire, lo hace casi irrespirable y, algunas noches, arranca a  Steve Rowland (productor de Coming from Reality) de su sueño, como si de una apnea salvaje se tratara. Pero lo cierto es que Rodríguez desapareció del mapa sin dejar rastro y nadie volvió a escuchar nada más de él.

¿Nadie? No. En un país olvidado de la mano de Dios llamado Sudáfrica la música de Rodríguez inspiró a miles de jóvenes en su lucha contra un sistema  viciado y demencial llamado Apartheid. Sus álbumes, a pesar de estar censurado por las autoridades o, quizás, por eso mismo, se vendían como rosquillas. O como churros. Sus discos eran pirateados, eran escuchados en la clandestinidad. En Sudáfrica todo el mundo conocía a Rodríguez y nadie sabía nada de él. Aunque existían pistas, historias que se contaban unos a otros y que no siempre coincidían. Por ejemplo, existían discrepancias sobre su muerte. Hay quien decía que se había pegado un tiro en un concierto. Otros, que se había quemado a lo gonzo durante una actuación. A estas alturas de este post, el lector se debería de estar preguntando ya qué demonios le sucedió a Rodríguez. Searching for Sugar Man es la respuesta. Este documental es una investigación policial y musical sobre la figura legendaria (al menos en Sudáfrica) de Rodríguez, un músico de folk-rock que parece más bien un archivo top secret de la CIA.



Ya hemos mencionado en otros posts (Senna y Marley, para quien le interese) la importancia pivotal que tienen los personajes en la construcción de las historias y de cómo éstos, por su carisma o por su biografía personal, pueden resultar tan suculentos que casi se bastan para sostener una película en torno a ellos. Pues bien, el personaje de Rodríguez es uno de ellos. Aunque su biografía difiere en gran medida a la de los personajes citados anteriormente y es por eso que, más que ir dirigida hacia el final trágico del héroe, la flecha que lanza Searching for Sugar Man apunte a una diana muy distinta.

Malik Bendjelloul ha hecho un retrato del enigmático personaje utilizando una poesía soterrada. Imágenes de una Detroit fea y nevada nos acompañan a lo largo de la película, recordándonos con insistencia no sólo los orígenes humildes de Rodríguez, sino también la realidad prosaica que le inspiró a la hora de escribir sus canciones. Entre todas las personas que aparecen entrevistadas merecen una mención especial Steven "Sugar" Seagerman y Craig Bartholomew-Strydom, los fans/detectives obsesionados con sacar a Rodríguez de sus cenizas. Su entusiasmo contagioso es el que pone la historia en movimiento, lo que no es poco. 

Searching for Sugar Man viene así a formar parte de ese grupo de documentales que reinvidican la memoria de un genio olvidado. Entre ellos, cabe destacar The Devil and Daniel Johnston y Dig! Pero, a diferencia de éstos (donde las figuras autodestructivas de, respectivamente, Daniel Johnston y Anton Newcombe ofrecían un retrato bastante patético y desolador de la cara B del mundillo musical), el documental de Bendjelloul apela a sentimientos más elevados. Si bien es cierto que el personaje de Rodríguez pueda resultar ejemplar en muchos aspectos, el gancho principal de Searching for Sugar Man reside en su capacidad de capturar uno de los elementos más elusivos de la música. Éste elemento, a falta de una terminología mejor, lo podemos denominar como magia. Llamémosle así pues, magia, la cual no conoce fronteras y vive para siempre. 

4 comentarios:

  1. Vaya, no tenía el gusto de conocer a Rodríguez, y me ha gustado. Afortunadamente, veo que no es desconocido para Grooveshark, así que voy a ponerle remedio a la cosa. Me apunto también el documental. Muy interesante la entrada, sí señor.

    Un saludo

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  2. Ya me contará, Miss Miniver. Yo intentaría no adivinar mucho sobre Rodríguez antes de ver el documental...

    Saludos

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  3. Fantástico personaje y músico y, por tanto, memorable historia la de Sixto Rodríguez, Sugar Man. Lástima que los realizadores se olvidaran de mencionar su periplo australiano para que que el documental resultara redondo, ya que el personaje de por sí no necesitaba ningún tipo de olvidos ni manipulaciones. Olvidado. Ahora, disfrútenlo. Un saludo!!!

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    1. Creo que los creadores del documental se quisieron concentrar en el éxito de Rodríguez en Sudáfrica, por eso de mantener una línea argumental concreta. Supongo que también les vendría bien la historia relacionada del Apartheid y tal. Gracias por su comentario y bienvenido al blog, manipulador.

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